(llegan al alma estas sombras reflejas de esencias de humanidad)
"A veces, cuando menos lo espero, me viene una vieja urgencia de salir a la calle a congraciarme con mi especie. Procuro meter en los bolsillos unas tiras de sosiego para que no suceda que, puesto un pie en la acera, me eche a llorar a carcajada limpia, me parta de risa bañado en lágrimas.
No soy en tales ocasiones sino sólo un hombre. Un hombre ni más ni menos que dobla la esquina seguido de dos sombras, la que siempre fue con él, la que nunca lo abandona.
Un hombre que habla con sus sombras en confianza y de corazón, como hablan los amigos. Al fin, sentado en un banco, en un pretil, en la terraza de una cafetería, me dedico a observar a los que pasan. Como la ciudad es populosa, pasa de costumbre mucha gente y, mientras miro a los extraños de uno en uno, me pregunto qué hacemos todos aquí, si fue un azar afortunado, si fue una broma atroz, que nos abandonaran en la vida, tan jovencitos e indefensos, cuando no podíamos protestar ni menos resistirnos.
Sentado entre mi sombra triste y mi sombra alborozada, les pido a las dos seriamente que no discutan, que guarden la compostura, que se calmen.
Celebremos, les digo, que haya, después de todo, sitio en el día para el muchacho que pasa corriendo con una larga cinta por delante y sitio también, cómo no, para el viejo renqueante, despacioso, que arrastra una larga cinta por detrás. Para el que se apresura en dirección a una esperanza y vuelve, al cabo de una hora, sonriente, cargado de manzanas. Para la mujer en cuyo rostro la naturaleza hizo una obra de arte. Para el que tropieza y cae, es socorrido y se levanta avergonzado, disimulando su dolor. Para el que va derecho a comerse el mundo e ignora que le falta media espalda. Para el que es mi hermano por el mero hecho de mirarme. Para el que es mi hermano por no mirarme siquiera. Para el que morirá mañana y va silbando. Para el que ha muerto tantas veces y, no obstante, acude puntual a su trabajo. Para el que tiene un enorme agujero en el pecho y ama.
Polvoriento de humanidad, abrazo cortésmente a un transeúnte. Le pido después perdón, le doy explicaciones, no vaya a sentirse ofendido. Me sacudo por último las manchas y poco a poco vuelvo a casa agarrado a mis dos sombras, con las manos, como siempre, vacías de respuestas."
Fernando Aramburu
Autorretrato sin mí
(Cap-Poema "Polvo de hombre")
Ed. Tusquets 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario