ZARATUSTRA y FRANCISCO DE ASIS (Esquirol comenta el capítulo del "mendigo voluntario". e intercalaré pasajes de éste) "Nietzsche da a entender que Zaratustra y Francisco coinciden en el diagnóstico de la situación: entre los ricos no se puede estar, pero tampoco entre los pobres"
("¿¡Qué significan ya hoy “los pobres” y “los ricos”!? Esa diferencia la he olvidado, - por ello me escapé lejos, cada vez más lejos, hasta llegar a estas vacas.»
Así habló el pacífico, y resoplaba y sudaba con sus palabras: de modo que las vacas se maravillaron de nuevo.
Mas Zaratustra le estuvo mirando todo el tiempo a la cara, sonriendo, mientras aquél hablaba tan duramente, y movió la cabeza en silencio.
«Te haces violencia a ti mismo, predicador de la montaña, al emplear palabras tan duras. Para tal dureza no están hechos ni tu boca ni tus ojos.")
*Zaratustra convida así al mendigo a no abandonar su esencia: su dulce bondad*
Aquí Zaratustra es sumamente atento y generoso. Favorece que el mendigo vuelva a ser él mismo, que recupere lo mejor de sí mismo, y nada le reprocha, ni nada le recrimina. Esto es generosidad: ayudar a los demás a ser mejores (lo cual a la vez crea comunidad).
El mendigo voluntario se da cuenta de que Zaratustra lo ha captado muy bien y se siente aliviado. Es al paz de sentirse comprendido y aceptado por el otro. Pero también es su paz más íntima. El alma del mendigo está hecha de tan dulce serenidad que por eso, a su vera, las vacas está tan apacibles.
En plena sintonía entre el mendigo y Zaratustra, éste se muestra hospitalario e invita al mendigo a despedirse de las vacas para ir a conocer a sus animales:... donde hablará de la felicidad con el águila y con la serpiente; y también le sugiere que aproveche para disfrutar de su alimento...
Al recibir la invitación, el mendigo elogia a Zaratusta, dicendo que le quiere, que es muy bueno y mucho mejor que las vacas.
(Mas ahora despídete en seguida de tus vacas, ¡hombre extraño!, ¡hombre encantador!, aunque te resulte difícil. ¡Pues son tus amigos y maestros más cálidos!»
« - Excepto uno, al cual yo amo todavía más, respondió el mendigo voluntario. ¡Tú mismo eres bueno, y mejor incluso que una vaca, oh Zaratustra!»)
De repente, sin embargo, ante este ensalzamiento, Zaratusta reacciona enfurecido:
(«¡Vete, vete!, ¡vil adulador!, gritó Zaratustra con malignidad, ¿por qué me corrompes con esa alabanza y con miel de adulaciones?» «¡Vete, vete!», volvió a gritar, y blandió el bastón hacia el tierno mendigo: pero éste escapó a toda prisa.)
¿Cómo se explica esta reacción tan colérica? Pues, como es obvio, porque Zaratustra cree adivinar servilismo en la actitud del mendigo. Pero se equivoca del todo.
Del mendigo nunca sale ninguna adulación, ningún falso halago, sino sólo agradecimiento (y agradecimiento del bueno, sin sumisión).
Su actitud no es nihilista, sino creadora. La gran fuerza del mendigo voluntario (su poder) proviene de la gratitud.
Pero he aquí que ahora, al final, Zaratustra no ha sabido recibir bien el elogio sincero que se le dirige.
...
Eugen Fink, agudo lector de Nietzsche, opina que mientras el pensamiento de Zaratustra tiene una fuerza excepcional y estremece a todo aquel que se lo lee y escucha, otra cosa en cambio es la senda vital y concreta de Zaratustra. No se logra mostrar lo suficiente que este personaje goce ni de su saber, ni de su soledad.
La tesis de Fink es que Nietzsche es poderoso mientras habla y piensa como Zaratustra, pero que pierde intensidad cuando quiere describir el tipo existencial de Zaratustra. Da la impresión de que la vida de este personaje no llega a sobresalir de la misma manera que sus pensamientos.
J.M. Esquirol
La penúltima bondad
Ensayo sobre la vida humana
Ed. Acantilado 2018
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