(RECONOCIMIENTO) Mirada infinita... la extensión del mar se confundía con una de esas landas desiertas en donde quien pasa acaba por dudar de su existencia... EL RECONOCIMIENTO ES PRECISAMENTE ESTA DESTERRITORIALIZACIÓN DEL PENSAMIENTO, esa aventura afuera o en el reverso de todo límite,...
Por eso es por lo que la imagen del mar le conviene: medio de inmanencia donde la posición sólo tiene un sentido magnético, lucha incesante contra la menor ola o rompiente, o el menor estrépito, riesgo permanente para la preservación del lenguaje y de la identidad.
En este espacio en que las líneas se hacen para desacerse, donde ellas sólo arrastran a los confines de la muerte y de la locura porque ellas mismas se arrastran sin perspectiva ni razón, el movimiento de reconocimiento preserva para el prójimo (autri) la no relación que le permite afirmar una derecho a la existencia y, umbral mínimo, a la supervivencia.
Ahora bien, a partir de ese movimiento frente a la línea del mar o a la línea de la muerte, inaprensible, inabarcable pero siempre a la vuelta de la esquina, por ahí precisamente comienza la obra de Blanchot. Es la primera frase de su primer libro, en este caso una ficción: "Thomas se sentó y miró el mar"...
Extraño sentimiento de aislamiento que pone en duda la naturaleza de la propia agua: más bien un medio vacío que procura las más diversas sensaciones, embotamiento, fluidez, aspiración, contento, embriaguez, dolor, que anega la conciencia y deja que emerja un devenir.
Un devenir animal: "nadó como si se hubiera convertido en el pez interior de su propio mar"
Christophe Bident
RECONOCIMIENTOS
Antelme, Blanchot, Deleuze
Ed. Arena Libros 2006
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