Observarse a sí mismo. El hombre posee unas defensas muy buenas contra sí mismo, contra los espionajes y asedios por parte de sí, y normalmente no capta de sí mismo más que las obras externas. La verdadera fortaleza le resulta inaccesible, incluso invisible, a menos que los amigos y enemigos no actúen de traidores y consigan que entre en ella por un pasadizo secreto.
F. Nietzsche
Humano demasiado humano 491
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