miércoles, 20 de julio de 2022

Laura Quintana, crítica a Byung-Chul Han, inmunitarismo

 Por lo pronto, me concentraré en irradiaciones del primer modelo, al que he llamado «lógica inmunitaria». Pero, antes de trazar algunas de sus constelaciones afectivas, cuestionaré la posición de Byung-Chul Han, ya que este, en su lectura de la «sociedad del cansancio», niega que hoy en día operen de manera significativa formas de protección ligadas con la lógica inmunitaria. Más exactamente, a su modo de ver: 

"Hoy en día, la sociedad incurre de manera progresiva en una constelación que se sustrae por completo del esquema de organización y resistencia inmunológicas. Se caracteriza por la desaparición de la otredad y la extrañeza. La otredad es la categoría fundamental de la inmunología. Cada reacción inmunológica es una reacción frente a la otredad. Pero en la actualidad, en lugar de esta, comparece la diferencia, que no produce ninguna reacción inmunitaria." (Han, 2017: 13-14) 

Han reduce el sistema inmunológico a su interpretación reactiva-dicotómica (entre el yo y lo otro, el afuera y el adentro), y la lee desde un esquema de «negatividad dialéctica», para el cual se trata de defender lo propio, la identidad, de un otro que lo penetra e intenta negarlo.8 La defensa se realiza entonces como una «autoafirmación inmunológica» en la que se produce la negación de esa negación. También en las formas de «profilaxis inmunológica», como en la vacunación, se produciría esta doble negación solo que mediante una forma controlada del riesgo, al insertar pequeños trazos de un otro (en este caso el virus), que no amenaza realmente la vida, pero que induce al movimiento de autoafirmación mediante la generación de anticuerpos (Han, 2017: 15). Y este esquema se puede extrapolar del campo biológico al campo político, en movimientos de mutua retroalimentación que producen una lógica a veces exacerbadamente defensiva. Para una tal lógica lo otro, con respecto a una identidad social, se puede fijar como una amenaza que desencadena distintos dispositivos de seguridad, que incluyen vallas, fronteras, identificaciones, regulaciones, en las que el otro tiende a aparecer como un enemigo que se ha de reducir y eliminar. Esto se da sobre todo mediante estrategias que permitan desarmar su peligrosidad o neutralizarlo, hacerlo menos amenazador y finalmente reintegrarlo, de modo que ya no valga realmente como alteridad.

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En todo caso, cuando la pandemia «ataca», como sucedió con el Covid-19, el despliegue de múltiples mecanismos inmunológicos es evidente, sobre todo leídos desde las versiones populares militaristas, pues muchos hablaban del virus como «enemigo» y «amenaza», y comparaban la crisis con una situación de guerra, que exigiría la activación de todos los mecanismos de defensa en la unión consensual contra el enemigo común.

 Ante esta situación, Han se ve obligado a desplegar algunos artificios argumentativos para llegar a afirmaciones como estas: 

"Pues bien, en medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto el virus. Llenos de pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras. El enemigo ha vuelto. [...] La reacción inmunitaria es tan violenta porque hemos vivido durante mucho tiempo en una sociedad sin enemigos, en una sociedad de la positividad, y ahora el virus se percibe como un terror permanente" (Han, 2020)

 Han pierde de vista, así, los mecanismos inmunitarios que ya venían operando en el capitalismo contemporáneo antes de la pandemia. Por eso, para dar cuenta de cómo se agudizan con esta, tiene que recurrir a la tesis contraintuitiva de la compensación, como si hubiéramos estado tan faltos de lógica inmunitaria que, cuando aparece la pandemia, recurriéramos a ella de una forma muy violenta, que delataría —⁠en medio del pánico por el virus— cuán ausente habría estado. Pero es contraintuitivo que en el mundo prepandemia la lógica inmunitaria haya estado ausente, si se piensa en muchos fenómenos globales, previos a la expansión del Covid-19.

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La pandemia entonces no reactualiza dispositivos inmunitarios sin vigencia, como piensa Han, sino que exacerba una heterogeneidad de dinámicas de este tipo que funcionan —⁠algunas desde hace tiempo y otras más recientemente— en el mundo que habitamos, intensificando algunas de sus tendencias y acentuando otras.

Laura Quintana 

Rabia 

Afectos, violencia, inmunidad 

Herder 2021






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