Convencida, como está, de la normatividad del eje (verticalidad-rectitud) del derecho, la filosofía sostiene que, más allá de su inmensa variedad, todas las inclinaciones son tendencialmente malignas o, por lo menos peligrosas y, por lo tanto, necesitan ser rectificadas. Convencidos de lo contrario, los artistas piensan, en cambio, que la inclinación al arte nace bajo una buena estrella y por ello es admirable a la vez que constitutivamente benigna...
Una breve digresión etimológica puede clarificar ulteriormente la cuestión. Como ya se ha señalado, conservando el mismo sonido en lengua italiana, así como en otras lenguas modernas, el término inclinación deriva del verbo latino inclinare, a su vez derivado del griego KLINEIN: plegar, tener pendiente, apoyar. A la misma familia pertenecen vocablos como declino o inclino, siempre denotando una pendiente, un pliegue. Es justamente la normatividad del eje vertical la que organiza el imaginario geométrico en la cual esta serie de palabras encuentra su significado fundamental...
La referencia etimológica al verbo griego KLINO es aquí todavía más directa. En el tardío imaginario del atomismo, hay una materia originaria en trayectoria recta que sufre un pliegue, o bien hay un movimiento rectilíneo que se desvía, tiene un viraje y asume una dirección oblicua, así como, sintomáicamente, creadora. La monótona lluvia de las partículas indivisibles, que de otra forma se precipitarían infinitamente en paralelo, puede de esta forma abrirse a la aventura de un desencuentro que es un encuentro y de una conjugación que es generación. Dicho con otras palabras, la inclinación, en el atomismo, es a la vez relación y generación, o sea, es aquello que vuelve posible la formación de las cosas visibles como compuestos de átomos y, por lo tanto, el mundo. Sin el CLINAMEN "la naturaleza no habría creado nada", afirma Lucrecio;' y Derrida comenta: "Solo esta desviación puede desviar una destinación imperturbable e inflexible", solo la inclinación que provoca "un viraje a la simple verticalidad" puede interrumpir la caída paralela de los átomos y su fatalidad mecánica...
A la luz de la verticalidad que domina en la historia de la ontología, se trata de cambiar de registro o reposicionar la mirada, esforzándose en imaginar una geometría de variables posturales en las cuales la inclinación asume un rol «modular». Cuando se propone el modelo relacional en vez del individualista, y por lo tanto la subjetividad altruista en vez del sujeto egoísta, la inclinación puede de hecho convertirse en el módulo a partir del cual se componga el diseño, o bien su motivo recurrente, la postura prevaleciente...
Justamente el pliegue de la madre sobre el niño se presta, en efecto, con objeto de ser estratégicamente explotada para hacer de la inclinación un buen punto de partida a los fines de repensar la ontología de lo vulnerable, y su constitutiva relacionalidad, en los términos de una geometría postural que, lejos de disponer lo humano sobre el eje de lo recto, lo dispone, en cambio, según múltiples directrices contextuales, contingentes e intermitentes, y a veces hasta casuales...
Esquemas basados sobre la verticalidad y la simetría resultan aquí, en concreto, una anomalía; y la idea de un "sujeto que sostiene por sí solo, que busca reensamblar la propia y desvariada entereza, al precio de negar la propia vulnerabilidad, la propia dependencia, el propio estar expuesto" (Butler), es un patético desacierto...
Adriana Cavarero
INCLINACIONES
Crítica de la rectitud
Fragmenta Ed. 2022
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