martes, 6 de marzo de 2018

THOREAU, Walden

155 años de la muerte de David Henry Thoreau: Si has construido castillos en el aire Tu trabajo no debe perderse; allí es donde debe estar. Ahora colócale los cimientos. (La vida en los bosques).

Entre sus heteroxas vida y obras (Desobediencia civil, Caminar...) , destaca WALDEN donde expone toda una filosofía de vida que reflejan los siguiente pasajes:


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Cuando escribí las páginas que siguen, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo en los bosques, a una milla del vecino más próximo, en una cabaña que construí yo mismo junto a la orilla de la laguna de Walden, en Concord, Massachusetts, al tiempo que me ganaba el sustento con la labor de mis manos. Allí viví dos años y dos meses.

      La mayoría de los hombres, incluso en este país relativamente libre, se afanan tanto por los puros artificios e innecesarias labores de la vida, que no les queda tiempo para cosechar sus mejores frutos.

¡Y son tantos los amos astutos y arteros que someten así tanto al Norte como al Sur! Es difícil tener un capataz sureño; más, si aquél es del Norte; pero que uno se convierta en esclavizador de sí mismo es mucho peor.

La mayoría de lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no sólo no son indispensables, sino obstáculo cierto para la elevación de la humanidad.

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Hoy hay profesores de filosofía, pero no filósofos. Y sin embargo, es admirable enseñarla porque un tiempo no lo fue menos vivirla. Ser un filósofo no consiste meramente en tener pensamientos sutiles, ni siquiera en fundar una escuela, sino en amar la sabiduría hasta el punto de vivir conforme a sus dictados una vida sencilla, independiente, magnánima y confiada.

El filósofo va por delante de su época incluso en su forma externa de vivir. No se alimenta, cobija, viste y calienta como sus contemporáneos ¿Cómo se puede ser filósofo sin mantener el propio calor vital por métodos mejores que los del resto de los hombres?


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      En cualquier circunstancia, de noche o de día, siempre he tenido ansias de mejorar el momento y de hacerlo plenamente mío; de detenerme en la encrucijada de dos eternidades, el pasado y el futuro, que es precisamente el presente, y vivirlo al máximo.

Las notas de la flauta, en cambio, llegaban a sus oídos procedentes de una esfera diferente de la que él laboraba, sugiriéndole actividades nuevas para ciertas facultades en él adormiladas.

La filantropía no significa, en su sentido más amplio, amor por el prójimo. Howard fue sin duda un hombre excelente, bueno y amable a su manera, y tuvo su recompensa; pero, en términos relativos ¿qué son para nosotros cien Howards, si su filantropía no nos ayuda a mejorar de situación?


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La luz que ciega nuestros ojos es nuestra oscuridad. Sólo amanece el día para el que estamos despiertos. Y quedan aún muchos por abrírsenos. El sol no es sino una estrella de la mañana.

Ilustaciones de la novela gráfica
THOREAU, LA VIDA SUBLIME
A. Dan y Le Roi
Ed. Impedimenta

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