El modo de acceso a la oscuridad insondable de la materia no es la idea de lo Infinito, sino TRABAJO. La posesión se realiza por la toma de posesión o el trabajo que es el destino propio de la MANO.
La mano es el órgano de aprehensión y toma, aprehensión primera y a tientas en la incertidumbre: relaciona conmigo, mis fines egoístas, las cosas arrancadas al elemento que, sin comienzo ni fin, baña y nutre al ser separado.
Pero la mano que relaciona lo elemental con la finalidad de las necesidades, sólo constituye las cosas al separar la aprehensión del gozo inmediato, al depositarlas en la morada, al conferirles la categoría del tener. El trabajo es la energía misma de la adquisición.
La mano lleva a cabo su función propia con anterioridad a toda planificación, a toda proyección de proyecto, a toda finalidad que la conduciría fuera de su casa. El movimiento de la mano, rigurosamente económico, de toma y de adquisición, es disimulado por las huellas y los desechos que esta adquisción deja en su movimiento de retorno hacia la ineterioridad de la casa.
En el gozo el yo no asume. De entrada vive... La posesión del gozo se confunde con el gozo. Ninguna actividad precede a la sensibilidad. Pero, como contrapartida, poseer al gozar es también ser poseído y entregado al abismo insondable, es decir, al inquietante porvenir del elemento.
La aprehensión de lo indefinido por el trabajo no se parece a la idea de lo Infinito. El trabajo define la materia sin recurrir a la idea de lo Infinito... El poder de la mano que toma, o que arranca o que tritura, o que amasa, relaciona el elemento con un fin, es decir, con un objetivo, objetivo de la necesidad y no con un infinito con respecto al cual se definiría la cosa.
Una insondable profundidad que el gozo sospechaba en el elemento, se somete al trabajo que domina el porvenir y apacigua el susurro anónimo del HAY, el barullo incontrolable de lo elemental, que inquieta aun el seno mismo del gozo.
Esta oscuridad insondable de la materia se hace presenta al trabajo como resistencia, no como cara a cara.
No como idea de la resistencia, como una resistencia que se anuncia en una idea o que se anuncia absoluta como un rostro, sino como ya en contacto con la mano que la doblega y como virtualmente vencida.
Emmanuel Levinas
TOTALIDAD E INFINITO
Ed. Sígueme 2006
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