Cuando más se da cuenta uno
de la separación y la diferencia del resto de la gente
y se hace evidente que el otro hombre
tiene necesidades y deseos tan exigentes
como los de uno mismo
más difícil resulta tratar a una persona
como una cosa.
La dirección de la atención es,
en contra de la naturaleza,
exterior, lejos del yo,
que todo lo reduce a una falsa unidad,
hacia la gran y sorprendente variedad.
Y la habilidad de dirigir así la atención
es el amor.
(Iris Murdoch
La soberanía del bien)
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