sábado, 23 de marzo de 2019

Santayana, orden, caos

El caos está tal vez en tel fondo de todas la cosas; esto podría explicar por qué el orden perfecto es tan raro e incierto.

Si se ve sojuzgado por la forma en algún aspecto, el caos se venga y muestra su fundamental dominio acosándola con toda clase de violencias e insidiosos trastornos, hasta que la forma se descompone y vuelve a la anónima continuidad.
Porque si el caos existe, tal palabra no es una mera exclamación de impaciencia, ha de tener un desorden formal propio.

Toda disposición de los elementos es como es; cada movimiento toma su curso preciso.

Pero somos seres humanos que pensamos en términos morales, y damos el nombre de desorden a cualquier orden en el cual no podemos reconocer las esencias visibles a que estamos acostumbrados.

Caos es el nombre de un orden cualquiera que produce confusión en nuestras mentes.

De ahí que podamos decir paradójicamente que el descubrimiento de un nuevo caos en el corazón de la naturaleza puede signficar un adelanto en la ciencia.
La histora es un caos si intentamos inmponerle nuestras nociones morales. Para encontrar su verdadero orden, debemos dejarla fluir sin dirección, ofreciendo continuamente nuevas sugerencias de ideales que nunca realiza o que acaba por traicionar.

La naturaleza es lo suficientemente bien ordenada para haber producido el espíritu; y, sin embargo, lo bastante caótica como para haberlo dejado en libertad, es decir, sin obligación ninguna de imitar ni de amar sus antecedentes.

El orden de la naturaleza es cruel con el espíritu, juega con él como un gato con un ratón; y mediante esta cruel disciplina, lo desilusiona, lo dispensa de amar a la existencia, de confiar en el tiempo y el trabajo, y lo enseña a ser libre, a extender su amor a toda una jerarquía de perfecciones, a todas las cosas ordenadas, en que se halla el caos imparcial pronto a desarrollarse.

De manera que este mismo desorden, que atormenta y mortifca el espíritu, lo independiza, lo emancipa, lo dirige a una región del ser donde ningún caos es posible, porque allí todas las esencias son invioladas y perfectas en su clase; donde en fin, ningún orden es hostil a otro, y ninguna belleza enemiga de otra.

George Santayana
Orden y caos
en Dominaciones y potestades
Ed. KRK 2010


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