lunes, 1 de abril de 2019

Esquirol, bondad, afecciones dinamismos

AFECCIONES PRIMORDIALES (yo, tú, mundo) y DINAMISMOS FUNDAMENTALES (placer, amparo y saber-conocer) "La afección del yo es la reflexividad basal: ... "Yo" es el nombre dado a quien siente que siente; nombre del sujeto del sentir. No es un ente abstracto sino muy concreto: la concreción del yo que siente es el cuerpo... El sentir del sentir es inicio del yo, del sí mismo.
La experiencia del tú tiene dos modalidades esenciales: es la experiencia de la no indiferencia, de la compasión ante el sufrimiento del otro, y del amor por el otro; y es la experiencia de sentirse amado por el otro... La amistad es una de las formas de amor al otro, y también de ser amado por el otro. Amar y ser amado. Mientras que amar es contribuir a ensanchar el mundo, ser amado es sentirse visitado por el cielo.
Finalmente la experiencia del mundo es la experiencia de estar situado a la vez que de ser sujeto de un mundo admirable y desbordante que somos capaces de conocer y de transformar.
Del mismo modo que en el caso de la experiencia del yo y del tú, también la experiencia del mundo como horizonte de manifestación incluye, como reverso, la infinitud-alteridad (las tres afecciones son una variación delo que Kant llama las tres ideas de la razón: alma, mundo, Dios).
La ontología va ligada a la afección, al estar "tocado" por el misterio de la vida, por las experiencias del yo, del tú y del mundo. Por lo que no hay ontología sin pasión.
En paralelo a la tres afecciones primordiales, y sin considerarlas en relación estrictamente biunívoca (porque se dan solapamientos), hay que destacar los tres DINAMISMOS FUNDAMENTALES: el del placer, el del amparo y del saber-conocimiento).
Sentir el placer de sentir lleva a las diversas modalidades del deseo, como tendencia a aumentar la satisfacción... Hay gozo de sentirnos vivos, y de ahí que expresemo la ganas de vivir intensamente. Ya te sientes vivo pero deseas acrecentar este sentir. Ahora bien, sentir el placer de la vida en la separación abierta por el repliegue del sentir, significa también, que en el placer ya está contenida la insatisfacción y que la satisfacción nunca podrá ser total.
Sentir la vulnerabilidad propia y ajena (la sombra de la indigencia, de la intemperie, del sufrimiento,  de la muerte) lleva al amparo, es decir al cuidado y a la protección de los demás y de uno mismo. La resistencia y la generosidad son las principales manifestaciones de esta tendencia agápica horizontal, que solemos llamar bondad.
Finalmente, sentir la inteligibilidad del mundo lleva al deseo de conocimiento... Vemos que la realidad puede ser conocida, leída. El sentir es sentir inteligente, es decir capaz de leer lo que es legible, analizable, cognoscible. Razón y racionalidad no son sino prolongaciones del sentir inteligente. El sentir es la base de la racionalidad y, por tanto, quien no siente será "insensato", es decir, no razonable. Tampoco es casual que "saber" venga de "saborear" (sapere) y que el sabio sea el hombre de buen gusto, capaz de gozar de la belleza.
No hay que edulcorar la inteligencia con la dimensión emocional porque ya de por sí el sentir es inteligente... Desde luego, habría que dejar definitivamente atrás el binomio intelectualismo-emotivismo y recuperar lo que sostenía Xavier Zubiri cuando describía la inteliencia sentiente... A diferencia de Zubiri, es mejor hablar de "sentir inteligente", para dejar todavía más claro que no es que  tengamos una racionalidad (una inteligencia) que deba complementarse con la sensibilidad, sino un sentir que ya en sí mismo es inteligente.
J.M. Esquirol
La penúltima bondad
Ensayo sobre la vida humana
Ed. Acantilado 2018
Ilustración
Frederic Leigthon
Jardín de las Hespérides

No hay comentarios:

Publicar un comentario