El interés de la concepción husserliana consiste en haber puesto en el corazón mismo de la conciencia el contacto con el mundo.
La intencionalidad tiene la función de caracterizar a la conciencia en tanto fenómeno primero y original, en el que el objeto y el sujeto de la filosofía tradicional no son más que abstracciones.
"Es la intencionalidad lo que define a la conciencia, en el sentido corriente del término, y lo que nos permite, al mismo tiempo, caracterizar toda la corriente de al conciencia como corriente consciente y unidad de una conciencia."
Y es precisamente contra el naturalismo psicologista que Husserl dirige esta nueva concepción del ser. La intencionalidad de Husserl no puede ser tomada como una mera propiedad de la conciencia, una característica indiferente a su modo de existir, una simple modalidad de los contenidos de conciencia. La intencionalidad caracteriza el modo mismo de existir de la conciencia.
Husserl también ataca la teoría que hace de la intencionalidad un elemento nuevo entre el mundo y la conciencia, un puente. Cuando hablamos de intencionalidad no se trata "de una relación entre cierto evento psicológico, denominado estado de conciencia, otro ser real, denomiando objeto; ni de un vínculo psicológico que tendría lugar entre una realidad objetiva, entre uno y otro".
El objeto percibido se presenta com algo percibido EN PERSONA.
"La conciencia del objeto puede ser muy diferente en cada caso". Esto quiere decir que la intencionalidad no es un acto siempre idéntico que, presente en todas las formas de la conciencia, ejerza tan solo la función de relacionarse con el objeto, mientras que los coeficientes específicamente afectivos o volitivos se añadirían a una intención siempre idéntica, a título de fenómenos puramente subjetivos.
La intencionalidad misma es diferente en cada uno de estos casos. En el acto, los elementos volitivos y afectivos son modos específicos de tender hacia algo fuera de sí, maneras especiales de trascenderse.
Las cualidades inherentes a las cosas que hacen que estas nos importen, que hacen que nos sean entrañables, que las temamos, que las queramos, etc..., no deben ser excluidas DE LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO, no deben ser tanto sólo atribuidas a la reacción "enteramente subjetiva" del hombre que está en el mundo.
Ya que dichas cualidades se dan en nuestra vida como correlativas a las intenciones, es necesario considerarlas como pertenecientes a la esfera OBJETIVA.
El interés de la noción husserliana de la intencionalidad consiste en la amplitud de su acepción. Ella expresa únicamente el hecho general de que la conciencia se trasciende, de que se dirige a algo que no es ella, y que, por ello, POSEE SENTIDO.
El acto de amor tiene un sentido, pero no quiere decir que involucre una representación del objeto amado y un sentimiento puramente subjetivo, desprovisto de sentido, que acompañaría dicha representación.
Lo propio del objeto amado consiste precisamente en una INTENCIÓN DE AMOR, intención irreductible a la representación puramente teórica.
La vida concreta es una vida de acción y de sentimiento, de voluntad, juicio estético, de interés y desinterés, etc. De ahí que el mundo correlativo de esta vida sea, ciertaente, objeto de contemplación teórica, pero también mundo querido, sentido, mundo de acción, de belleza y de bondad, de fealdad y maldad.
Todas estas nociones constituyen en la misma medida la existencia del mundo, componen sus estructuras ONTOLÓGICAS en la misma medida que las categorías puramente teóricas de la espacialidad, por ejemplo.
La intencionalidad se presenta como la esencia misma de la conciencia.
Emmanuel Levinas
La teoría fenomenológica de la intuición
(los entrecomillados son citas de obras de Husserl)
Ed. Sígueme Salamanca 2004
Epidermis Editorial México DF 2004
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