viernes, 16 de agosto de 2019

Manuel Sacristán, alienación, extrañación

ALIENACIÓN O EXTRAÑACIÓN
Voces tomadas de la filosofía alemana (en dich lengua signfican enajenación en sentido jurídico -entäyusserung- y el desarraigo o la ausencia de comunicación y organicidad con el ambiente o con otras personas -Entfremdung),

En la filosofía hegeliana, a partir de la Fenomenología del Espíritu, alienación es la negación determinada (no la simple negación lógico-formal) del concepto, por la cual éste se exterioriza, se hace otro, y mediante la negación (también determinada) de esa negación -o retrocapción de la alineación, según G. Lukács- se recupera enriquecido, más allá de la abstracción que era antes del procso descrito. En esta filosofía alienación es, pues, el proceso de la realidad, del dinamismo de esta. El término produce evocaciones positivas y no implica ningún juicio de desvalor.

Ambas cosas suponían, en cambio, el uso por el joven Hegel del concepto de positividad (positivität) antecedente verosímil del de alienación. El joven Hegel habla de positividad a propósito de su teología crítica: la religión se desespiritualiza y decae, se convierte incluso en un mal, al objetivarse, al hacerse positiva. Lo mismo ocurre con todas las mociones del Espíritu. Este acento valorativo negativo y la consiguiente evocación de emociones recusatorios afectarán al posterior uso filosófico de "alienación".

Para Ludwig Feuerbach, alienación es la proyección que involuntariamente hace el hombre de productos de su propia actividad y su fantasía, para tomarlos luego como cosas en sí y someterse a ellos. La principal alienación a que atiende Feuerbach (1804-1872) es la religión.

Karl Marx (1818-1883) ha heredado el tema de la alienación de Hegel y de Feuerbach. Hasta el año 1844 aproximadamente ( Manuscritos económicos-filosóficos) lo trata según las líneas indicadas. Pero ya antes, y luego en los citados manuscritos, traspone el tema a un contexto de análisis histórico-social.

Ello tiene dos consecuencias. Primera: aparecen otros términos -como «Zersetzung» escisión o descomposición- que tienen una función parecida a la de «alienación», pero se refieren a fenómenos precisamente históricos y más o menos fechables.

«Escisión», por ejemplo, se refiere a la que Marx ve en el individuo de la sociedad burguesa; es una escisión entre las «ilusiones heroicas» de 1789, los Derechos del Ciudadano, la figura del ciudadano libre y guerrero que defiende con sacrificio propio la libertad, que pugna por la igualdad y proclama la fraternidad, y el particular burgués de los Derechos del Hombre, el egoísmo privatista, la propiedad privada de los medios de producción, la concurrencia sin barreras morales, el horno homini lupus de la sociedad mercantil.

Segunda: la raíz de la alienación se busca ahora no en el terreno de la ideología, sino en la situación material del hombre. Lo primero y fundamentalmente alienado (en un sentido jurídico y material) en la sociedad capitalista es el trabajo asalariado. Sobre esa base quedan alienados (ya más en el sentido de Feuerbach) los productos de toda clase de trabajo, de la práctica humana en general, y, señaladamente, las relaciones económico-sociales, que acaban por erguirse frente al hombre como hechos de la naturaleza y se imponen así a la obnubilada consciencia de su propio productor.

Como Marx piensa que por «naturaleza humana» (en sentido no bio-lógico) no debe entenderse sino ese sistema, o esa red, de relaciones económico-sociales, resulta que la misma idea de naturaleza humana queda alienada o fetichizada.
Así se generaliza el «fetichismo de la mercancía», el hecho básico de que el producto de la práctica humana, cuando se hace mercantil, esconde su origen humano y se contrapone al hombre como objeto natural con leyes propias y fatales. ('Fetichismoo' es también, como 'escisión', un término que añade Marx al léxico de la alienación).

Por último, sobre la fetichización de la naturaleza humana, alienada en esencia metafísica inmutable, se levanta la alienación de toda la cultura, que culmina en la religión.
Éste. es un análisis concreto, no de toda alienación, sino de la específicamente capitalista y de las formas concretas que toman en esa sociedad alienaciones de origen arcaico.
Pero en la noción marxiana de alienación se mantiene también el aspecto positivo que dio al concepto el Hegel clásico: la superación de la alienación no es para Marx la vuelta a un comunismo primitivo, premercantil sino la búsqueda de uno nuevo que recoja el gran desarrollo de la capacidad productiva de la humanidad posibilitado por milenios de escisión, de división espontánea y violenta del trabajo, de fetichización de los productos de este, de alienación.

Autores existencialistas y católicos, además de los marxistas, se interesan actualmente por el tema de la alienación.

Manuel Sacristán
PAPELES DE FILOSOFÍA
Icaria Ed. 1984
Voz publicada en origen
en Diccionario de Filosofía
Ed. D. Runes 1969

sábado, 10 de agosto de 2019

Spinoza, Quignard, Dios, eterno, Ética, raro

En su biblioteca poseía ciento sesenta libros. Tallaba cristales para lentes astronómicos y para los tubos de los microscopios. Sus gastos diarios eran de cuatro centavos y medio. Su comida consistía en una sopa de leche aderezada con mantequilla y un vaso de cerveza. Compraba cada mes el valor de diez medias pintas de vino. Desde el alba trabajaba en su mesa. Sobre cada pieza que separaba, manipulando su diamante, del disco de hierro, un fragmento de rayo de luz jugueteaba.
Van Roojien añade que cuando el sol caía, amontonaba el polvo que se había dispersado alrededor de la pieza recortada; lo recogía en su palma e iba a botarlo a la basura. Encendía una vela y meditaba. Fumaba pipa una vez por día y a esa hora un amigo aparecía y gustoso iniciaba con él una partida de ajedrez. Le gustaban los combates de las arañas en el interior de una caja.

Nuestra vida consume algo de eterno. El goce es un mismo estremecimiento para todos y por siempre. Nuestras piernas son tan ligeras y desnudas. El estimaba que nosotros, al nacer, habíamos sido asociados al presente y a la beatitud activa. 
Decía:

"Hacemos parte de la felicidad, de la actualidad eterna. Usen las palabras que quieran. Todo es de una misma materia efervescente y responde a una misma resaca. Dios no implica ni propósito ni logro.

El alma y el cuerpo son indistintos. Dios, la vida, el universo, la naturalez.a, el pensamiento, el deseo no se desengranan. Un rayo de la claridad que se derrama de la masa del sol, un órgano que cuelga y que el deseo hincha, un eucalipto,
Saturno, los labios arremangados sobre los incisivos amarillos de los tigres, un laúd, el vaso de cerveza fermentado, Descartes, la Spui, el recuerdo de Clara María Van Enden son una sola y misma cosa.

Somos fragmentos del reino de lo viviente. La usura del mundo, la perversión del lenguaje, el caos de las tiranías se presentan y la dificultad del pensamiento para hacer reinar este reino es más grande.

Así el pensamiento es tan dificil como raro."

La palabra que se ha acostumbrado a traducir por dificil es praeclarus; lo que quiere decir muy claro, destello.

Rarus significa disperso sobre la tierra. El pensamiento es una cosa tan clara que está esparcida sobre la tierra.

Luego la palabra rarus quiso decir: distante en el espacio, poco frecuente en el curso del tiempo.

El pensamiento no es tan dificil como raro; él es tan luminoso que se hace distante en el curso de los siglos.

El pensamiento no es precioso a fuerza de rareza; él dice que el pensamiento es simplemente muy raro.

Escribió:

"Sólo una cruel superstición prohíbe los placeres. ¿Por qué, en efecto, conviene mejor apaciguar el hambre y la sed que expulsar la melancolía?

Tal es mi regla. Ninguna divinidad se complace con mi impotencia y mi pena. Al contrario, mientras mas grande es la alegría que nos embarga, más grande es la perfección a la cual pasamos. 

Es propio entonces de un hombre sabio, digo, hacer servir en su alimentación platos agradables, bebidas embriagadoras, como también los perfumes para la nariz, el encanto de las plantas y las flores para la mirada, los ornatos que añaden la luz en las telas que nos protegen, la música para el oído, los juegos y las caricias para que el cuerpo y los diferentes miembros se ejerzan, los espectáculos y otras cosas del mismo estilo que cada uno puede usar sin lastimar al otro."

Estimaba leer porque esta actividad hacía palpitar o estremecer el espíritu y porque ponía al cuerpo en una disposición más recogida y antigua que lo reparaba.

Un día se instaló de nuevo en La Haya. Gozaba con un pequeño jardín cerrado de muros y herboso detrás de la casa. En 1667, Rembrandt, Vermeer pintaban. Él mismo había aprendido a pintar pero había parado.

Redactó un libro póstumo Ethica. Es el más bello y más feliz cuadro invisible que el mundo se ha dado de sí mismo. Durante años lo releía en las noches. Lo tenía guardado en un pequeño secreter. Sufría de un insomnio crónico que, leyendo, había transformado en felicidad.

Amaba de tal modo la alegría.

Apagaba la mecha a las tres de la mañana y reposaba a la espera del alba.

Pascal Quignard
Pequeños tratados
Tratado II. Dios
(sobre Spinoza)


jueves, 8 de agosto de 2019

Lispector, nosotros que os somos

Pero si junto al fuego se había creado, en ese momento se usaba: ahora acababa de alcanzar la impersonalidad con la que un hombre, al caer, se levanta otro. La impersonalidad de morir cuando otros nacen. El altruismo de que existan los otros. «Nosotros que os somos. Qué cosa más extraña: hasta ahora me parecía que quería alcanzar con la última punta de mi dedo la misma última punta de mi dedo; es verdad que este esfuerzo me ha hecho crecer, pero la punta de mi dedo ha continuado siendo inalcanzable. He llegado hasta donde he podido. Pero ¿cómo no he comprendido que aquello que no alcanzo en mí... ya son los otros? Los otros que son nuestra más profunda inmersión. Nosotros que os somos como vosotros mismos no os sois».

Así, muy concentrado en el parto de los otros, en un trabajo que solo él podía hacer, Martim estaba allí intentando ser un solo cuerpo con los que nacerán.

Lentamente salió por fin de su quietud. «Cuento con vosotros», se dijo tanteando, «cuento con vosotros», pensó serio, y esa era la forma más personal de exigir. Nosotros que, como el dinero, solo tenemos valor cuando estamos enteros. Martim tuvo incluso vergüenza de haber sido personal de otro modo, era un pasado sucio el suyo, había sido una vida individual, la suya. 

Pero le pareció también, perdonándose, que no había tenido elección: que aquella había sido la única manera como había sabido ser los otros, ya que somos tan parecidos y somos hijos de la misma madre.

Entonces, cuando pensó en «hijos de la misma madre», se puso sentimental, tierno y blando, lo que en la práctica resultó ser malo porque desvió el curso de sus pensamientos. «Ahora tengo que empezar otra vez desde el principio», pensó muy molesto. Pero ahora ya era tarde para volver a la frialdad, porque estaba emocionado con los problemas de madre y de amor.

Entonces, haciendo dentro de sus límites un círculo perfecto –y su suerte al poder volver por medios oscuros a su propio punto de partida era rara–, en un círculo perfecto dentro de sus escasos límites, quiso entonces ser bueno. Porque, finalmente, aplazando sine die el misterio, esa era la hora inmediata de un hombre. Y sobre todo porque, después de todo, «el otro hombre» es el pensamiento más objetivo que uno puede tener, él, que tanto había querido ser objetivo.

Miró. Y sin la menor sombra de duda, vio a los cuatro hombres concretos. Eran innegables. Si Martim había querido un día la objetividad, aquellos hombres eran el pensamiento más nítido que había tenido nunca.

Y ser «bueno» era a fin de cuentas el único modo de ser los otros.

Clarice Lispector
LA MANZANA EN LA OSCURIDAD
Trad. Elena Losada
Ed. Siruela 2016

(ilustración:
composición propia,
"piedra rota, cardos, cuaderno"
agosto 2019)