(Inaccesible, aunque otros temas se tocan con agudeza en el ensayo, paso al final paradójico de hace 50 años)
No es lo implícito (de lo que la fenomenología hace mucho uso); ciertamente, siempre está ya ahí, pero el hecho de que esté ahí no verifica su cumplimiento: al contrario, siempre incumplido en su realización misma que ningún acontecimiento, por importante, por insignificante que sea, podrá producir.
Así es lo confuso cotidiano. Parece ocupar toda la vida, no tiene límites y contagia de irrealidad cualquier otra vida. Pero hete ahí que surge una luz. , «Algo se enciende, aparece como un relámpago en los caminos de la banalidad ... es el azar, el gran instante, el milagro.» Y el milagro «penetra de un modo imprevisible en la vida ... sin relación con lo demás, transformando el conjunto en una cuenta clara y sencilla.» (Lukacs)
Por su estallido, separa los momentos indistintos de la vida diaria, suspende los matices, interrumpe las incertidumbres y nos revela la verdad trágica, esa verdad absoluta y absolutamente dividida, cuyas dos partes nos solicitan contradictoriamente sin descanso, cada una de ellas exigiendo todo de nosotros y a cada instante.
- "¿Entonces lo cotidiano no sería una utopía, el mito de una existencia privada de mito? No tenemos ya acceso a lo cotidiano que no tocamos en ese momento de la historia que podría, históricamente, representar el final de la historia.
- Esto puede decirse, en efecto, pero con otra apertura de sentido: lo cotidiano es lo inaccesible a lo que ya siempre hemos tenido acceso. Lo cotidiano es inaccesible, pero sólo por cuanto que cualquier forma de acceso le es ajeno. Vivir cotidianamente es mantenerse en un ámbito de la vida que excluye la posibilidad de un comienzo, es decir, de una acceso. La experiencia cotidiana pone radicalmente en tela de juicio la exigencia inicial. La idea de creación es inaceptable, cuando se trata de dar cuenta de la existenca tal como la lleva consigo la cotidianeidad.
- Dicho de otro modo, la existencia cotidiana nunca tuvo que ser creada. Esto es lo que quiere decir precisamente la expresión: hay lo cotidiano. Incluso si se impusiera la afirmación de un Dios creador, el hay (lo que ya hay cuando todavía no hay el ser, lo que todavía hay cuando no hay nada) seguiría siendo irreducible al principio de la creación; y el hay es lo cotidiano humano.
-Lo cotidiano es nuestra parte de eternidad. La eter-nulidad de la que habla Laforgue. De modo que el Padre Nuestro sería una oración secretamente impía: danos nuestro pan de cada día, nuestro pan cotidiano, danos vivir según la existencia cotidiana que no deja sitio para una relación entre Creador y criatura. El hombre cotidiano es el más ateo de los hombres. Es de tal índole que ningún Dios podría tener relación con él. Y así se entiende cómo el hombre de la calle escapa de toda autoridad, ya sea política, moral o religiosa.
-Es que, dentro de lo cotidiano, ni nacemos ni morimos. De ahí el peso Y la fuerza enigmática de la verdad cotidiana.
-En cuyo espacio, sin embargo, no hay ni lo verdadero ni lo falso.
Maurice Blanchot
LA CONVERSACIÓN INFINITA
(Cap. El habla cotidiana)
Arena Libros 2008
(original Eds. Gallimard 1969)
LA CONVERSACIÓN INFINITA
(Cap. El habla cotidiana)
Arena Libros 2008
(original Eds. Gallimard 1969)