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viernes, 7 de junio de 2019

Christian Bobin: ELOGIO DE LA NADA

ELOGIO DE LA NADA, de Chistian Bobin: Toda una revelación en inspiración y concisión poética (he releído últimamente tanto sus veintitantas páginas que re resuenan como  un trasfondo) sobre aquello de ¿qué da sentido a tu vida? y cómo sentir el vivir:

"Qué es un adulto? Es alguien que está ausente de su palabra y de su vida ... y que lo oculta. Es alguien que miente. Miente no sobre esto o lo otro, sino sobre lo que es. Un niño se vuelve adulto cuando es capaz de semejante mentira profunda, esencial. "

"¿Te contentarás con un pedacito de cielo azul? Me temo que me voy del tema. No comprendo muy bien tu pregunta. ¿Por qué nuestros días han de tener algún sentido? ¿Para salvarlos? No necesitan salvarse. No hay pérdida en nuestras vidas, puesto que ya están perdidas de antemano, dado que pasan un poco más cada se-gun do. Hay una palabra que me mo-lesta en tu carta. La palabra sentido. Permíteme que la borre. Mira en qué se convierte tu pregunta. ¡Qué buena pinta tiene ahora! Aérea, fugaz: «¿qué te da tu vida?». Esta vez la respuesta es cómoda: todo. Todo lo que no soy yo y me ilumina. Todo lo que ignoro y espero. La espera es una flor sencilla. Crece en el borde del tiempo. Es una flor desnuda que cura todos los males. El tiempo de espera es un tiempo de liberación. Esta liberación opera en nosotros inconscientemente. Sólo nos pide que la dejemos actuar, el tiempo que necesite, las noches que precise. Sin duda te has dado cuenta: nuestra espera -de un amor, una primavera, un descanso-se colma siempre por sorpresa. Como si lo que esperáramos fuera siempre inesperado."


"Estamos en las mejores manos: las del viento, las de la nada inocente de cada día. Arrebatados, abandonados, recuperados. ¿Qué más? El trabajo: la nada. El pensamiento: la nada. El mundo: la nada. La escritura que es trabajo, pensamiento y mundo: la nada. Queda el amor, que nos quita de todo, sin salvarnos de nada. La soledad está en nosotros como un filo, profundamente hundido en las carnes. No nos la podrían sacar sin ma-tarnos de inmediato. El amor no revoca la soledad. La perfecciona. Le abre todo el espacio para arder. El amor no es nada más que esta quemadura, como en lo blanco de una llama. Un claro en la sangre. una luz en la respiración. Nada más. Y sin embargo me parece que toda una vida sería ligera asomada sobre esta nada. Ligera, límpida: el amor no ensombrece lo que ama. No lo ensombrece porque no intenta tomarlo. Lo toca sin tomarlo. Lo deja ir y venir. Mira cómo se aleja, con un paso tan fino que no oímos como muere: elogio de lo poco, alabanza de lo débil. El amor viene, el amor se va. Siempre a su hora, nunca a la nuestra. Para venir, pide todo el cielo, toda la tierra, toda la lengua. No sabría caber en la estrechez de un sentido. Ni siquiera sabría contentarse con una felicidad. El amor es libertad. La libertad no va con la felicidad. Va con la alegría. La alegría es como una escalera de luz en nuestro corazón. Conduce hasta mucho más arriba que nosotros mismos, hasta mucho más arriba que ella misma: hasta donde no hay nada más que atrapar, salvo lo inatrapable. Desde luego, en realidad ya no contesto: canto. ¿Acaso le preguntamos al pájaro la razón de su canto? "


martes, 6 de marzo de 2018

Critchley, Blanchot, muerte, desastre, nada

La representación de la muerte es siempre una máscara - un memento mori - tras la cual no hay nada, un poco como el rostro de Tadzio que se le aparece a Von Aschenbach cuando muere en la playa al final de la Muerte en Venecia de Mann.

La muerte es radicalmente resistente al orden de la representación. Las representaciones de la muerte son falsas representaciones, o más bien representaciones de una ausencia.

La paradoja que se sitúa en el centro de la representación de la muerte encuentra la mejor expresión en la figura de la prosopopeya, el tropo según el cual una persona ausente o imaginaria es presentada como si hablara o actuara, una forma que indica una presencia fallida, un rostro que se esconde detrás de la forma que lo presenta.

Lo que me sugiere esta figura compuesta, este espectro, es la radical inaprehensibilidad de la finitud, nuestra incapacidad de aprehender la muerte y convertirla en una obra y poner esta obra en la base de la afirmación de la vida.

(Simon Critchley, MUY POCO... CASI NADA, Ed. Marbot, 2007)

Foto animada

En la caverna de Platón no ha palabra para significar la muerte, ni sueño o imagen para hacer que se presienta su imposibilidad de ser representada. La muerte está ahí de más, en el olvido, sobreviniendo desde fuera por boca del filósofo como aquello que lo reduce previamente al silencio o a fin de perderlo en la irrisión de una apariencia de inmortalidad, perpetuación de sombra.

Pensar como morir excluye el "como" del pensamiento, de modo que, aunque lo suprimamos por simplificación paratáctica, escribiendo pensar: morir, aquel constitiye un enigma incluso en su ausencia, espacio casi infranqueable, la no - relación de pensar y de morir es asismismo la forma de su propias relaciones, no porque pensar se dirija hacia morir, dirigiéndose hacia lo que es distinto de él, ni tampoco hacia lo que es lo mismo. Ahí donde "como" toma su impulso: ni otro distinto ni el mismo.

El sufrimiento sufre por ser inocente - de ese modo trata de tornarse culpable para aligerarse. Pero la pasividad en él se zafa de toda culpa: pasividad fuera de quiebra, sufrimiento intacto del pensamiento de la salvación.

Morir es, hablando de modo absoluto, la inminencia incesante mediante la cual no obstante la vida perdura deseando. Inminencia de aquello que ya siempre ha pasado, ocurrido.

(Maurice Blanchot, LA ESCRITURA DEL DESASTRE, Ed. Trotta 2015)

SIMON CRITCHLEY MUY POCO... CASI NADA Sobre el nihilismo contemporáneo

(¿SENTIDO DE LA VIDA?) CINCO RESPUESTAS AL NIHILISMO (El nihilismo supone el colapso del orden del sentido. Como resultado, todo aquello que antes era visto como una fuente trascendente de valor se revela nulo y vacío; no queda ningún lugar en el cielo donde proyectar un sentido para la vida. Todas las pretensiones trascendentes de atribuir un sentido han quedo reducidas a meros valores y estos han perdido toda credibilidad, por lo que se hace necesario lo que Nietzsche llama una "transvaloración")

Foto animada

Primero, cabe negarse a ver el problema del nihilismo y seguir adelante con una metafísica pre-nihilista, ya sea partiendo de un diálogo con la modernidad filosófica (si uno ha leído algo de Kierkegaard) o no. Esta es la tentación tanto del fundamentalismo religioso (cristiano, judaico, islámico o lo que sea) como el quietismo antimetafísico, que pretende marcar límites a la filosofía para dejar un espacio para una espera religiosa no-cognitiva. (Niegan el problema mediante un retorno a la religión).

Segundo, cabe negarse a ver cualquiera de los dos problemas, es decir, no tener ningún compromiso metafísico y no tener ningún problema por no tenerlo. Esta clase de jovialidad odiosa y agnóstica (muy inglesa) se niega a ver el problema del nihilismo como tal problema, y tan solo lo contempla como un síntoma del malestar de la burguesía liberal centroeuropea del siglo XIX. Un análogo más sofísticado de la misma posición sería pretender simplemente que la filosofía de la historia presupuesta por el nihilismo da una imagen falsa y abiertamente pesimista del mundo moderno. (Convierten el nihilismo en un pseudo-problema mediante una falaz filosofía de la historia).

Tercero, cabe reaccionar pasivamente ante el nihilismo, aceptarlo, como un diagnóstico de la modernidad, cmo una conciencia del absurdo del mundo, pero también como una conciencia de que nada se puede hacer para cambiar las cosas: DON'T WORRY, BE HAPPY. Tal experiencia de recesión y decadencia espiritual (lo que podíamos llamar "Oblomovismo") no es otra cosa que "una mera invitación al conformismo", como afirma acertadamente Raoul Vaneigem.

Cuarto, existe también el nihilismo reactivo, una fueza violenta de destrucción que Nietzsche asocia al anarquismo ruso que se ve a sí misma como la propedéutica necesaria para una revolución de la vida cotidiana. El anhelo de una revolución total puede tomar muchas formas: la transformación romántica y neo-romántica de la modernidad mediante la producción de una gran obra de arte, la revolución marxista, la revolución fascista,... (Demasido reactivo, en sentido nietzscheano, demasiado obsesionado negativamente con aquello a lo que pretende oponerse), y en su deseo maníaco de superar el nihilismo corre el riesgo de no comprender el fenómeno).

Quinta, para tratar de esbozar esta respuesta la cuestión no reside en superar el nihilismo  con un acto de voluntad o en una deconstruccion jubilosa (el peor nihilismo sería ofrecer una visión positiva de un futuro reconciliado posterior a tal supuesta superación),  pues una lógica así no haría sino encerrarnos  aún más en la lógica nihilista que estamos tratando de dejar atrás. Más que superar el nihilismo se trata de DELINEARLO. Se trata de una experiencia LIMINAL, una experiencia deconstructiva del límite que distinga un interior de un exterior del nihilismo y nos prohíba tanto la transgresión como la restauración.

Desde una perspectiva así, ni la filosofía, ni el arte, ni la política pueden redimir por sí solos al mundo; la tarea del pensamiento consiste en una confrontación histórica con el nihilismo que no renuncie a la exigencia de que las cosas puedan ser de otro modo... afirmación de la finitud, de lo ordinario, un ordinario extraordinario, lo que Wallace Stevens llama un retorno a una comprensión simple de las cosas.

SIMON CRITCHLEY
MUY POCO... CASI NADA
Sobre el nihilismo contemporáneo
Ed. Marbot 2007

Simon Crichley Muy poco... casi nada

(¿ES FILOSOFÍA PARTIR DE UN PRESUPUESTO DE FE RELIGIOSA O SON VÍAS DIFERENTES CON ENTRECRUZAMIENTO DE POESÍA?) La filosofía (al menos desde la modernidad) es ateísmo y mantener algún tipo de fe religiosa (como presupuesto) supone dejar de hacer filosofía... de forma inmediata... total.

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El desencanto religioso nace del descubrimiento de que la religión ya no es capaz (suponiendo que algún día lo hay sido) de dar sentido a la vida humana. El gran consuelo metafísico de la religión, su bálsamo existencial, reside sin duda en la pretensión de que el sentido de la vida humana se encuentra más allá de la vida y de la humanidad,  y que hemos de orientar nuestra fe en esta dirección, por más que este más allá supere neustras limitadas capacidades cognitivas.

Para mí, la filosofía comienza con el reconocimiento de la literal imposibilidad de dar crédito a esta pretensión: de la quiebra de toda posibilidad de una fe en Dios o en algún equivalente suyo, ya sea vindicado a través de la fe o de la razón.

Esta quiebra tiene un nombre propio, que no es otro que el de modernidad, y la tarea de la modernidad filosófica, al menos en sus experiencias  culminantes, consiste en pensar la muerte de Dios en cuanto problema de la finitud.

Tal como observa Heidegger en un sorprendente comentario de 1925, a propósito de Nietzsche: "la investigación filosófica es y ha sido siempre ateísmo, razón por la cual la filosofía puede permitirse la arrogancia de pensar".

Si el ateísmo resultara satisfactorio, la filosofía habría terminado. Un ateo satisfecho no tendría por qué molestarse de filosofar, a no ser como distracción cultural o como método para agudizar su sentido común.

Desde mi punto de vista, sin embargo, el ateísmo no procura satisfacción, sino más bien inquietud. Y de este estado de inquietud parte la dialéctica angustiada y aporética de la filosofía....

"El pensar y el poetizar deben volver en cierto modo al lugar donde siempre han estado, y que al mismo tiempo todavía no han construido. Sin embargo, sólo podemos preparar esa morada en dicho lugar mediante la construcción. Tal construcción apenas puede plantearse levantar una casa para Dios o la morada de los mortales. Debe contentarse con construir el Camino que lleva de vuelta al lugar de la VERWINDUNG de la metafísica, y que este modo nos permite recorrer el carácter de destino de una superación de la metafísica." (Heidegger)

Simon Crichley
Muy poco... casi nada
Ed. Marbot 2007